Enviado por: Nestor Melani Orozco
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Bolívar/Pintura de Nestor Melani |
Las voces se
guardaron en los ecos del tiempo y debajo de las hojas de los árboles crecieron
semillas nuevas, en la perennidad del tiple, en la tonada del arpa del llano
adentro, de la bandola; mas allá del requinto en la eternidad de un canto
cobijado del Pisba o llevando caminos por los adentros de pueblos en gritos de certidumbre
y en testimonios de su alma. Desde los sentidos de Bombona hasta Carabobo o en
el rito de una noche de amor descrita en una promesa de cielo. Debajo de la bayeta del páramo o hasta en el
poderoso sudor de los caballos.
Tinta azul sobre los pergaminos y la huella de los decretos.
La defensa ecológica, las artes, la vida, el amor al prójimo. La verdad como la
mayor de las religiones. La humanidad.
En una promesa de amor en el palacio de la magdalena de Lima
junto a su Manuela Sáenz o presenciando en Pucará la majestad oratoria de José
Domingo Choquecuanca en voz mayor del quechua.
Bolívar Cronista es una memoria de hechos que
se afirmaron en los sentimientos de los pueblos del mundo, cuando narró su vida
a Louis Perú De Lacroix para que este oficial del ejercito Frances convirtiera estas
narraciones en “El Diario de Bucaramanga”. O el irlandés Daniel Florencio OLeary testimoniara tan sublime vida de un hacedor
de la libertad. “Las Cartas de Bolívar” El mismo de 1825 recibiendo de la Universidad de San
Marcos del Perú el titulo de Doctor en Leyes. O lo fidedigno ante el retrato
del óleo de José Gil de Castro y Morales realizado en el Cuzco, donde detrás
del lienzo el mismo libertador reafirmó la autenticidad de la exactitud del
pintor. Sus memorias de aquella juventud; recordando cuando la corte Española
en Madrid le invitó al vaticano en audiencia con el Santo Padre y el idealista
se negó a besar la cruz del ministro de Dios. O en las noches visitaba al
palacio de Aranjuez en la
España de Antonio Mayo amante de la reina y las locuras de
Francisco de Goya con su adorada Cayetana “La maja”.
El joven Bolívar, amante,
viudo, disfrazado de monje para no ser descubierto por los amores con una
cortesana del reino de España. Bolivar Vasco descendiente de un pueblo libre.
Desde “Bolibar” rivera del molino amaneciendo los siglos. El mismo joven que un
día burló la guardia real en la puerta
de Toledo y se marchó a Francia buscando los idearios de la revolución francesa.
En las narraciones de Simon Rodríguez, recordando cuando fue a Viena el joven Simon
a buscarle y entre sus sentimientos de ideario de fe revolucionaria y de los hechos
por la libertad del continente. En sus tiempos en Paris, viendo a Napoleón
Bonaparte coronarse de emperador testimonio que presencia junto a su maestro,
su primo y cuñado Fernando del Toro y su mayordomo y también el sagrado músico alemán
Ludvig Van Beethoven entre una inmensidad francesa en la catedral del Notre
Dame. En los besos sagrados de su peruana francesa Flora Tristán ideando el
universal mundo de sentimientos y credos. O sentarse a definir en Ginebra Suiza
al maestro Pestolazzi sobre la pedagogía del mundo. Contemplar los góndolas venecianas
del mar adriático bajo los cantos de la poesía de Lord Bairon, dejar un pañuelo
ante los pies del David en el mármol de Miguel Ángel Buonarroti en Florencia y
llegar hasta Roma, del imperio, la misma de los senadores y Cesares para jurar
la libertad de la patria. En lo alto del monte sacro, junto a su primo, su maestro
Samuel Robinson y su mayordomo José Palacios.
En Londres con el insigne
Francisco de Miranda frente a las logias de la Trinidad y en los
derechos del hombre de Rousseau. Bolívar Periodista, poeta, romántico, médico,
militar, almirante, Legislador, doctor en Leyes. Saber de los recuerdos cuando
vio morir a Antonio Ricarter en el fortín del arsenal de San Mateo,
acontecimiento que describió en sus memorias. O el día que juró en la esperanza
debajo del Saman de Wuere implorando la dignidad. En el decreto de guerra a
Muerte en Trujillo. Ante los pies del Cristo Santo barroco describió como el
crucifijo de Cervantes el de Lepanto, era tan parecido al cristo del mestizaje
de La Grita. O
recibir con lealtad desde aquel altillo de la casona de los puertos de
Altagracia frente al mar de Maracaibo y el destello sagrado y eterno del
poderoso relámpago del Catatumbo. En los cantos del Arauca. Las esotéricas
esencias de Nazca.
El idealismo gnóstico de su credo y las guirnaldas en la
fiesta del pisco en el alto Perú. En el vuelo del cóndor a los infinitos. Sus
472 batallas y su gloria en los mas infinito del universo. Descripción que hace
al general Rafael Urdaneta en una carta desde Quito. Bolívar Cronista en la voces cuando cruzó muy
joven la ciudad de Washington y se edificaba el capitolio. O descifrar la
cultura de los aztecas en México. Sentarse en la Habana para divisar los horizontes,
llevar la notoriedad simbólica al Chimborazo y adentrase en el Congreso de Angostura
en la realidad viviente de America. En el sabor del Orinoco, en las llanuras,
en las noches por el río Magdalena o en los atentados con tra su vida en Bogota.
Ver a su bella Caracas en los ojos de las multitudes, cuando triunfante rompió
el protocolo para adentrarse en las energías del pueblo y besar a su negra Hipólita.
Saber del sueño de su gran Colombia.
El hecho de la Crónica histórica más
importante de su siglo de su enciclopedia y de los valores latentes aun después
de las alucinaciones. En el salto del Tequendama, en la invocación de su Perro
negro Nevado en el altar de Mucuchíes. O en Camila la colombiana regalándole el caballo
blanco al Libertador de los macabeos. Bolívar Narrando historias a los niños
campesinos del Potosí. Bolívar en la casa consistorial de Mérida arengando a su
pueblo en la Campaña
de 1813, con la locura de las pasiones y con la fe de los siglos. En sus cartas, tan inmensas describiendo
hechos, glorias, derrotas, traiciones y triunfos. En la proclama de la
libertad. En las cartas de amor como las flores de los andes, en la luz del
oriente, en la selva, en el mar; en la dignidad y en sus ejemplos, en la fuerza
del volcán abriendo los lamentos de los aborígenes incas, en los rituales de
los warao, Yanomami, cumanagotos, timotocuicas de los guajiros redentores, en
la cátedra de la escuela, en la universidad y en los sentimientos de la
historia; allí estará Simon Bolívar el Cronista de los ideales mas sagrados del
nuevo mundo.
Poder leer los escritos del Libertador es invocar la crónica de la
historia patria, sus viajes, su vida, su ideal. Aquella afijación que estará
por siempre en el corazón de los pueblos donde viva la justicia, viva la
dignidad. Con cantares de ríos, con simientes de cielos…en fin Bolívar en 1830.
Traicionado por los que de el recibieron los mas grandes favores, ante José
Catalino Noguera el escribano de Santa Marta, dictó su ultima proclama. En el
dolor del cielo de un cielo continente, en el pasado anhelo del Congreso de
Panamá y en sus delirios cuando la noticia de Sucre en Berruecos le acaeció de
heridas su dignidad. La crónica del amor, dando el perdón a sus perseguidores,
y dejando el tinte violeta de una carta a su prima Fanny du Villar la francesa,
entre la nieve de las montañas y el mar de las antillas, en Santa Marta del
puerto cuando frente al coronel Joaquín de Mier de dijo: …”Los Tres mas grandes
majaderos del mundo hemos sido; Jesucristo, don quijote y yo”…
Años después en Paita, puerto de marineros a las orillas del
pacifico peruano Manuela Sáenz enferma, con sus negras siervas deliraba sobre
los recuerdos del padre de América, el amor sagrado de su vida. Encontró tres
perros callejeros, dos llevaban sarna y les coloco los nombres de sus
traidores. Simon Rodríguez muchas veces la visitó, y leyeron con sentimientos
las cartas de Bolívar. En esos tiempos un marino italiano visitó el rancho de
Manuela, y ofrendó la pureza hacia el héroe de Bolívar, pidiéndole le vendiera
“Las Cartas del Libertador” ella se negó. Al fallecer la coronela del sol del Perú por una
peste que recibió en el puerto, estos documentos y cartas fueron en mayoría incinerados
para borrar las huellas de la enfermedad y de la verdadera libertad. Solo una
voz que siempre pronuncio en sus lamentos. …”Dios mío, Dios mío, cuando llegará
el día que alguien me lleve al lugar donde reposan los restos del inmortal
Bolívar?. Dios Mio”…
Aquella reminiscencia es una pertenencia de todos, de los
niños, de los obreros, de los pobres, de los estudiantes, del periodista, el medico, el soldado. Del educador, Del poeta, de la
madre, del verdadero justo de los políticos, del cultor honesto, del sacerdote.
Del pueblo y de nuestros verdaderos Cronistas testigos sinceros de los pueblos
de Bolívar…
Eternamente en el
nombre de la paz…
NESTOR MELANI
OROZCO
Publicado por : Yadira Gonzalez /Comunicadora popular
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